(Plásticos) La pajita marina

Xose Mikel GonzalezConservación

A propósito de las tortugas marinas, me parece increíble que la imagen compartida por los biólogos Nathan Robinson y Christine Figgener de una tortuga con un popote de plástico en una narina haya dado la vuelta en diferentes redes sociales. Ha provocado sinfín de debates y ha causado más impacto que las imágenes de ríos y playas infestadas de basura, o que los mapas que ubican la gran mancha de basura en el Pacifico.

Esta tortuga ha quedado en la mente de millones de personas, impactando y causando incomodidad en muchos consumidores. Podrá parecer solo un trending topic, sin embargo, cada que sale el tema de contaminación por plásticos, la tortuga vuelve a la mente del consumidor, acompañada con una creciente necesidad de hacer algo. Cuando esta necesidad se hace patente, desencadena cambios en políticas o en el mercado.

En los legislativos se discuten y aprueban leyes y reglamentos que regulan los denominados plásticos de un solo uso. Como conservacionista aplaudo cualquier medida que busque reducir la contaminación si bien aún estamos muy lejos de ser menos dependientes de los envases de plástico.

Sin embargo, me encontré con un artículo de Alejandra Ramos Jaime que está circulando en las redes con el título “Prohibir el plástico es mala idea”. Tal como acostumbro, lo leí completo y quedé con un muy mal sabor de boca, principalmente por la aceptación y cantidad de veces que se ha compartido.

En resumidas cuentas, el artículo de Alejandra parte del paradigma de no modificar nuestros hábitos sino de sustituir el plástico con otros materiales, y evidentemente el resultado no sería nada a alentador: un escenario de miles de árboles talados para cubrir la demanda de bolsas de plástico, mucha agua desperdiciada, incremento del peso en los envases y, por consiguiente, una huella de carbono mayor.

Plantea como verdadero problema la deficiente administración de los desechos pero en ningún momento plantea reducir o eliminar el consumo desde los hábitos del consumidor o sustituir contenedores plásticos de un solo uso por contenedores duraderos y re utilizables cientos de veces. Tampoco plantea el consumo local, lo que disminuye la compra de productos que viajaron miles de kilómetros, o leer la etiqueta para hacerse una idea de la huella ecológica que producimos al satisfacer nuestras necesidades y caprichos.

Lo que necesitamos es estar atentos, conscientes y tomar acciones para reducir nuestra huella ecológica en el planeta.

Aún recuerdo a mi madre o a mi abuela ir a los mercados llevando un carrito metálico y bolsas de malla que duraban años. No hay que buscar la manera de soportar con datos fuera de contexto la continuidad de un desastre ecológico. Debemos modificar nuestro comportamiento vivir conscientes del impacto que puede tener cada objeto que compramos o servicio que contratamos y preguntarnos constantemente si es realmente necesario comprarlo; si tengo que viajar en avión miles de kilómetros para solo estar 3 días o me quedo una semana, si debo ir solo en mi auto para 5 pasajeros o tomo el transporte público, si y que es lo que puedo consumir local. Lo que necesitamos es estar atentos, conscientes y tomar acciones para reducir nuestra huella ecológica en el planeta.

En medio siglo, hemos llevado al punto de no retorno al planeta que recibimos de las generaciones anteriores, sin duda un inminente desastre para el equilibrio biológico y la sexta extinción en masa. Si bien no podremos revertirlo sin consecuencias, tenemos la responsabilidad de reducir estas consecuencias y re establecer el equilibrio ecológico. De lo que hagas hoy dependerá la viabilidad de ecosistemas enteros en los próximos 20 años. Hazlo por las nuevas generaciones.

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