Recientemente hemos escuchado sobre la huella ecológica, huella de carbono, bonos de carbono, calentamiento global, cambio climático etc. Tanta terminología nos puede confundir y poco nos dice sobre qué estamos haciendo mal y cómo podemos colaborar en lo individual.
Huella ecológica
Podemos comenzar definir algunos de estos términos:
Huella de carbono: es la cantidad de emisiones de carbono que derivan tanto de mis actividades como de la producción de los bienes que de consumo adquiridos.
Calentamiento global: es el aumento de la temperatura registrada en comparación con periodos anteriores.
Cambio climático: Es un cambio en el clima que es atribuido directa o indirectamente a las actividades humanas que altera la composición global de la atmósfera y a la variabilidad climática que ha sido comparada con otros periodos de tiempo. - Más información: https://www.wwf.org.mx/que_hacemos/cambio_climatico_y_energia/
Bonos de carbono: son un mecanismo internacional de descontaminación para reducir las emisiones contaminantes al medio ambiente;
Huella ecológica: La huella ecológica es un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana que se hace de los recursos existentes en los ecosistemas del planeta, relacionándola con la capacidad ecológica de la Tierra de regenerar sus recursos.
Capacidad biológica: se refiere a la capacidad de un área específica biológicamente productiva de generar un abastecimiento regular de recursos renovables y de absorber los desechos resultantes de su consumo.
En el caso de México el punto de equilibrio entre la huella ecológica y la capacidad biológica se rompió en 1980 y cuatro décadas después nos encontramos en una situación muy desfavorable.
El cálculo de la huella ecológica es complejo, y en algunos casos imposible, lo que constituye su principal limitación como indicador; en cualquier caso, existen diversos métodos de estimación a partir del análisis de los recursos que una persona consume y de los residuos que produce. La cantidad de hectáreas utilizadas para urbanizar, generar infraestructuras y centros de trabajo.
- Hectáreas necesarias para proporcionar el alimento vegetal necesario.
- Superficie necesaria para pastos que alimenten al ganado.
- Superficie marina necesaria para producir peces.
- Hectáreas de bosque necesarias para asumir el CO2 que provoca nuestro consumo energético. En este sentido no solo incidiría el grado de eficiencia energética alcanzado sino también las fuentes empleadas para su obtención: a mayor uso de energías renovables, menor huella ecológica.
Y ahora que soy más consciente ¿Qué hago?
Vivimos de una manera tan poco sustentable que cambiar totalmente nuestro estilo de vida puede resultar angustioso y provocar que salgamos corriendo como gallina sin cabeza.
Si bien no hay una receta para afrontar el problema un buen comienzo es, ser consciente de mis actividades y reducir el impacto con pequeñas acciones consistentes como reducir mis desplazamientos o cambiar el auto por uno más económico, fijar el termostato en 25 grados centígrados, evitar fugas de energía. o eliminar el consumo de plásticos de un solo uso, así como comprar productos locales ya que los productos que vienen de lejos implican desplazamientos y por lo tanto emisiones de CO2. Estos son algunos ejemplos para reducir la huella ecológica e influir en el entorno a generar un cambio colectivo para las futuras generaciones.